09 enero, 2010

H.H. (O, tal vez, I.H.V.M.M.)

Ya saben Vdes. que H.H. son las iniciales del saludo de ciertos chicos que, aquejados de cierto antisemitismo y aficionados a las cruces gamadas, cuando se ponen crípticos, escriben '88'.

Hoy, Domus Hansis es H.H., pero no por ese motivo, sino porque ha devenido Hormonal Hell, o, tal vez, I. H. V. M. M.: Infierno Hormonal-Vírico de Mucho Miedo. Acrostático que es uno, oiga.

Dieciocho, quince y doce son edades complicadas, no sólo para los pacientes -que 'adolescente' viene de adolescere, no conviene olvidarlo- si no también y sobre todo para los progenitores. La sucursal de Domus Hansis en Benasque, que es donde pasamos el 80% del pasado invierno y pensábamos hacer lo mismo este año, se ha presentado como un lugar ventajoso, inmediatamente después de nochevieja, para constatar el cabreo cósmico erga omnes del mayorcito UPMM (fluctuante entre la faringítis febricular y la resaca, con una traca final en formato de gran potada a mitad de cena con amigos), la lasitud decadente de la pequeñita UPFm (en formato 'me la suda todo') y la complicada actitud de mi querida UPFM que, ella si, administra con dureza sus quince años, pobre mía. Todo ello rematado a lo largo de los días siguientes, posteriores al dos de enero, con la invasión de una gripe muy incómoda que ha acabado afectando al 100% de los moradores. El día de Reyes, por ser exactos, los progenitores de UPMM, UPFM y UPFm, que coincide que somos MBO y yo, nos pegamos el día en la camita. De hecho, MBO sigue 'que sí, que no'.

Entre tanto, me he visto a mi mismo caminando por la calle mirando a izquierda y derecha para prevenir encuentros, pues, en mis manos un Cuore para mi doliente medianita y un Mortadelo y Filemón para la pobre pequeñita, no es cuestión de que le vean a uno con productos de semejante calado intelectual.

Contra la tradición de esta familia, el fin de año fue un desastre; como quiera que corona un año bastante nefasto, prefiero pensar que con tal 'chis-pún' concluimos un periodo bajista y ahora empieza uno alcista. Optimista que es uno, y tal.

Como siempre, múltiples lecturas (vid infra), aunque mayormente he dedicado el tiempo libre de que he dispuesto desde nochevieja para, como decía, poner orden en el estudio (léase: tirar a la basura toneladas de puñetitas y enrollar innúmeros cables) y trastear con mis nuevos juguetes. Señaladamente, éste:


Les presento mi nuevo apero, una Fender Telecaster American Standard obsequiada por Sus Majestades de Oriente. Esta noche tiembla Troya en el ensayo.

Sé que soy debitoris de recomendaciones librarias, pero me da una pereza mortal, y no por falta de material sugerible (ya les hablé del estante lleno de libros pendientes de clasificar alfabéticamente hasta que los comente aquí), si no más bien por que casi nada de lo último que he leido me ha causado excesivo placer: podría, empero, hablarles de dos cosas: por una parte, de El cuarto oscuro de Damocles, una novela de 1958 debida a Willem Frederik HERMANS. Tengo que esforzarme mucho para recodar autores holandeses que haya leido: hago una revisión rapida en 360º de mi biblioteca y la tricolor horizontal luce poquísimo. Nada, así, a primera vista, salvo Cees NOOTEBOOM. Parece que este señor -que yo desconocía en absoluto, por supuesto- es uno de los grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX que ostentaron (faltó en 1995) dicha nacionalidad. Parece, igualmente, que Tusquets ha decidido dar difusión a su obra en España. La novela a que me refiero, en fin, es una cosa un tanto extraña, que concluye con un epílogo consistente en la transcripción de un pasaje de las Investigaciones filosóficas de Ludwig WITTGENSTEIN, cosa que creo que para bastantes de Vdes. será suficientemente significativa. Partiendo de que lo que yo iba a leerme era una novela negra, ambientada en los tiempos de la Ocupación y con cierto dilema moral, me encontré un artefacto hilvanado con no mucha destreza, sin demasiado ritmo, de anecdotario flojillo y protagonista cargante. Los personajes no se desenvuelven bien y yo diría que hay incluso alguna inconsistencia en los hechos de partida y la irresolución final (para entendernos, Dorbeck se identifica como Jagtman en la página 39, y ese hecho es demasiado significativo como para no tomarlo en consideración en el embrollo de mil pares de cojones que estructura las cien páginas que van de la 283 a la 383). En resumen: como soy español y por tanto hijo de la Patria que tantos dolores causó a las Provincias Holandesas (aquí vendría lo del Duque de Alba y blablablá) es posible que los holandeses me sean acreedores culturales y deba cada tanto de pagar el correspondiente diezmo compensatorio. Con la lectura de este libro he satisfecho unas doscientas cuotas.

Por otra, de una colección de relatos, a priori de obligada lectura para bitelmaníacos, 22 escarabajos. Antología hispánica del cuento Beatle, pero lo cierto es que el libro, que prometía, no cumple con las expectativas generadas. De entrada, el antologuista se ve obligado a cascarse una paja mental de alto voltaje y veintidós páginas en forma de introducción donde explaya con sobrada pedantería y escasa originalidad la evolución de la poética en los Fab Four (vamos: que los primeros textos eran muy simples y monotemáticos y los últimos más densos y sugestivos). La antología comprende relatos de once españoles y aportaciones de un muy medido cincuenta por ciento de hispanoamericanos muy, muy hispanoamericanos. Los veintidós relatos son de calidad y acierto variable, pero de entre ellos destacaré el estupendo Compota de manzana, de la sensacional Patricia ESTEBAN ERLÉS (háganse como puedan con su Abierto para fantoches, aunque sólo sea por disfrutar de la descripción omisiva de la protagonista de Ada Neuman y la genialidad en la descripción de la hijoputez de La más bella del baile) y en menor medida Rock in the Andes de Fernando IWASAKI (que en todo caso no me convence tanto como otras cosas del mismo autor, y que además tiene un tinte Brycecheniquiano muy intenso). El primero es brillante per se, pero, además, porque respeta lo que a mi juicio debe ser el programa de partida de semejante antología: el eje sobre el que ha de girar el relato es precisamente el objeto de la antología: en el caso, los de Liverpool.

En fin, queridos: que estamos en 2010. Que feliz año. Y que antes de irme a ensayar voy a cenar algo teniendo como banda sonora la edición especial de THE BEATLES que me han traido los Reyes, también.