Pues bueno... Este fin de semana podría haber sido formidable, de no ser por dos cosas; una, que comentaré más abajo, y otra de la que no hablaré.
[Antes de nada, he de decir que adoro a mi mujer, que soy un hombre afortunado, y que espero que vuestros respectivos cónyuges/compañeros-compañeras (aquí si que es imprescindible el uso de ambos géneros) sean para vosotros lo que ella es para mí. La única felicidad real es la proporcionada por quien está a nuestro lado en ese modo. Ñigoñigoñigo, osea. Y es que qué pedazo de mujer, MBO]
Bueno, a lo que iba. Este fin de semana hemos huido de las paredes serbobosnias de nuestro hogar en dirección a la feraz campiña, en su modalidad Ribera del Matarraña, destino éste que os recomiendo siempre y cuando no vayáis como nosotros, es decir con niños; y no hablo de los míos, que al fin y al cabo son buena gente y tienen una edad y unas maneras, en general, que les hacen bastante presentables para la convivencia con adultos en sentido amplio y con nosotros (MBO y yo) en particular. Hablo de los dos niños-bestias de mis amigos T. y A, de siete y dos años y medio de edad.
[Antes de nada, he de decir que adoro a mi mujer, que soy un hombre afortunado, y que espero que vuestros respectivos cónyuges/compañeros-compañeras (aquí si que es imprescindible el uso de ambos géneros) sean para vosotros lo que ella es para mí. La única felicidad real es la proporcionada por quien está a nuestro lado en ese modo. Ñigoñigoñigo, osea. Y es que qué pedazo de mujer, MBO]
Bueno, a lo que iba. Este fin de semana hemos huido de las paredes serbobosnias de nuestro hogar en dirección a la feraz campiña, en su modalidad Ribera del Matarraña, destino éste que os recomiendo siempre y cuando no vayáis como nosotros, es decir con niños; y no hablo de los míos, que al fin y al cabo son buena gente y tienen una edad y unas maneras, en general, que les hacen bastante presentables para la convivencia con adultos en sentido amplio y con nosotros (MBO y yo) en particular. Hablo de los dos niños-bestias de mis amigos T. y A, de siete y dos años y medio de edad.
Es inexacto, lo de niños bestias. Son un par de malcriados infames, y la malcrianza se debe al hecho de que mis dos amigos curran un montón fuera de casa: él se pega la semana viajando, y ella tiene también unos requerimientos laborales tan exigentes que hacen que los niños coman y pasen casi toda la tarde de todos los días laborables en casa de sus abuelos, padres de ella, que naturalmente (y como debe ser) calman los cabreos consentidos de los monstruitos concediéndoles todos los caprichos. Lo que menos quieren los padres, cuando llegan, a casa, es actuar como ogros con sus hijos. Así que miel sobre hojuelas, mala conciencia sobre niño caprichoso: la niña y el niño hacen lo que les sale de las narices, no hacen caso a nadie, gritan. Gritan MUCHO. Y es imposible, por ejemplo, que, en una mesa mixta niños adultos, se sienten en la esquina de los niños: "quieroconmamáaaaaaaaaaaaaaa". Os excuso el desagradable incidente de las guarrerías del vastaguito a la hora del desayuno.
Lo patético ha sido que como consecuencia de la tiranía infantil apenas hemos tenido -no exagero- diez minutos de conversación tranquila, porque además de malcriantes mis amigos son padres agobiados, siempre inquietos con que el niño pequeño (una polvorilla, nunca inmóvil) se rompa los dientes contra el suelo.
La reflexión, en general, sería que vaya desastre de organización social hemos pergeñado entre todos que obliga a que las cosas sean así. Lo que pasa es que MBO y yo trabajamos, probablemente, más aún, y no por ello toleramos ciertas cosas. Y nuestros dolores de cabeza (y nuestros lloros, qué coño) nos cuesta. Exagerada se reía en los comments de la anterior entrada acerca de "los que tienen en sus manos las pautas correctas de la educación de los hijos". Dios me libre de pensar así. Digamos que lo que conozco es el paradigma negativo: sé, cada día más, lo que NO hay que hacer.
Dicho todo lo anterior -de muy escaso interés para la mayor parte de vosotros, libres de prole-, describo nuestro fin de semana. Clima caluroso pero agradable, por cierto.
La Comarca del Matarraña está en Teruel, algo más allá de Alcañiz, de manera que se llega desde Zaragotham en apenas hora y media por la Carretera de Castellón. Dicha comarca tiene diversos atractivos (sin contar con la glosa de su excelencia semi-mágica, a cargo de Fernando Sánchez-Dragó), que incluyen una naturaleza hermosísima (y ojo: lo he dicho yo, Hans I el Urbanita) y diversos establecimientos hoteleros con encanto -en el sentido estricto de la expresión, no utilizada al estilo El Pais- así como un nivel de cocina francamente bueno. Además de ello, muy cerca se encuentra Cretas, una esquinita de la provincia donde hay una bodega que embotella tres o cuatro referencias y entre ellas el exquisito Venta D'Aubert que os recomiendo. No es muy fácil de encontrar porque la producción es limitada, pero merece la pena retener el nombre y buscarlo en vuestra bodega de cabecera. Igualmente en la zona se encuentra la Torre del Visco, un hotel de la cadena Relais et Chateaux donde realmente se descansa. Una preciosidad gestionada por un par de británicos, agente de cambio y bolsa él según la leyenda, que huyeron del mundanal ruïdo llegando a este punto para comprar un viejo molino y rehabilitarlo como hotel con muy, muy buen gusto.
Como nuestra amiga terminaba de trabajar a las 13.00 del sábado, la recogimos y salimos dirección La Fresneda, donde comimos en el Restaurante Matarraña; ese lugar es la segunda opción en esta población que acoge El Convent, otro agradabilísimo hotel -con excelsa cocina- de la comarca, construido sobre un convento (como es obvio). El tal Matarraña, empero, no desmerece. Los precios, sensatos.
De ahí fuimos al hotel donde nos alojábamos, la Parada del Comte, un sitio también muy hermoso, muy tranquilo, que no es si no una antigua estación de Ferrocarril de Vía Estrecha que hizo suya un antiguo ejecutivo de RENFE adquiriéndola de tal organismo y rehabilitándola. Una lástima que la piscina estuviese impracticable: me las prometía muy felices yo de que los niños se atornillasen a la líquida superficie azul y dejasen de dar la barrila; no siendo posible, nos dieron la puta brasa con contundencia: no hubo tranquilidad suficiente para tomar la cervecita preceptiva y hablar con sosiego a la fresquita terracera. La cena en el propio hotel no estuvo a la altura de lo habitual en la zona. En general, diría del lugar -en que dormía por primera vez- que, estando bien, no vale lo que cuesta.
MBO había programado para la mañana del domingo una excursión por la zona con un par de todoterrenos saliendo de Beceite, otro de los pueblos de la comarca. Los guías, un par de chavales a quien seguro irá muy bien su negocio turístico, comprendieron rápidamente que encerrar en un coche durante tres horas a esos cafres-en-miniatura iba a ser simplemente insufrible, de manera que después de una pequeña aproximación a lo que es propiamente la ribera, aparcamos los vehículos y emprendimos una excursión, una caminata a la altura de las capacidades de Hans -forzosamente limitadas- de un par de horitas siguiendo el curso del límpido rio Matarraña. Hacía calor, pero fue muy agradable. Acabamos tomando La Cerveza -con mayúsculas: qué rica estaba- y comiendo en La Fon del Pas muy bien también (ah, qué crêpes de setas, Dios mio).
En Beceite está también la Galería de Arte de Gema Noguera, galerista y artista. Fue ahí donde vimos hace ya algunos años, por primera vez, una exposición amplia de ese escultor que tanto me gusta y del que he hablado alguna vez aquí. Tiempo más tarde, en una exposición en Zaragotham, compré un par de láminas de ella francamente hermosas; Gema es hija de un industrial papelero (Beceite tuvo diversas fábricas de papel en tiempos) y ha reconvertido la antigua fábrica en Galería de Arte, pero, además, ella misma crea obras con diferentes texturas de papel, mínimas inscripciones... grata, táctil, azul. La presencia de la delincuencia de pequeña cilindrada propiedad de mis amigos impidió una nueva visita. Damn'!
En fin, ese ha sido nuestro güiken. Si tenéis oportunidad de ir a esa zona, no os lo perdáis. Merece la pena.