26 junio, 2006

We're gonna have a party-party!

Reflexionando acerca de los sucesos del pasado sábado 24, llegaba, en la amanecida del domingo -a eso de las 12.00-, a la conclusión de que en realidad, lo de la fiesta no fue para tanto.

Lo que pasa es que luego he reflexionado más. Y en fin. Cierto es que quien espere historias de vissio y depravaçao, relatos de orgias en el jardín, rayas de cocaína y billetes de quinientos euros enrolladitos y tal se llevará una severa decepción. Nada de eso hubo.

Si que hubo rock'n roll, sin embargo. Y, según todo el feed-back que he recibido, una GRAN fiesta.

En fin: cronología. El viernes a la tarde me junté un par de horitas con el amigo Iñaki a pergeñar el repertorio de lo que se iba a tocar el sábado. El teclista de los Green Apples ya había indicado que no podría tocar con ellos por compromisos previos, de manera que se trataba de apoyar algo a la banda, y ¿qué mejor apoyo que el del propio anfitrión de la fiesta? En plancha que me tiré, a la vista de la oportunidad. Nos pegamos, como digo, un par de horas seleccionando temas de los discos de Beatles hasta Revolver, y seguidamente me fuí a cortar el pelo para no parecer el Rey León on stage.

El sábado por la mañana amaneció "contenido". Vamos, "nubes y claros", que dicen los servicios meteorológicos de las estaciones de esquí. Cargué las dotaciones alcojólicas a que me refería en mi entrada anterior (cajas y cajas de producto tóxico amontonadas en mi despacho. En términos de imagen frente a mis chicos, muy pero que muy mal), el amplificador y -al final- la Stratocaster, y me dirigí a la escena del protocrimen.

Dediqué la mañana a ordenar el biotopo y sobre todo a despejar de muebles las zonas cubiertas. Optimista sin embargo dejé un par de grandes mesas, una tumbona y un par de cómodos sillones en el exterior, en el ánimo -ingenuo- de conjurar la lluvia. Una especie de envite a los Dioses: "Coño, no mandéis lluvia, que está ya todo montado para que haga sol en mi fiesta!". Infructuoso, claro. No se puede dejar llevar uno por el animismo de baja intensidad.

Por ser más exacto hay que describir el lugar de Autos. Compónganse Vdes.: una finca de 1.000 m2 dividida en dos zonas aproximadamente iguales a diferente altura: la mitad de "abajo" es un jardín y una superficie adoquinada para aparcar, con sus arbolitos y esas cosas. La mitad de arriba, a la que se accede por una escalera grandota -pero peligrosa para bajarla borracho, también es cierto- se subdivide en dos mitades, a su vez: una zona dedicada a piscina y otra que es propiamente el chalet, de una sola altura, la mitad del cual es un amplio porche -casi la mitad de la edificación- cerrado por una cristalera practicable.

Continúo. A las 16.30 estaba de nuevo en el chalet con Michel para preparar alguna cosilla que tocaríamos juntos. El cielo seguía aguantando, pero poco. En un momento determinado, tanta contención se fue al garete y comprendí que "novamoamojá". Michel regreso a Zaragotham a buscar a su bella esposa y yo me quedé esperando a que llegase catering y banda... que llegaron, naturalmente, todos casi juntos: primero dos camareros, luego cocineros y ayudantes y luego los Green Apples. El camarero "jefe" procedió deshacer todo lo que yo había hecho y montado por la mañana y a reorganizarlo a su modo (nota mental: no volver a tomar decisiones de esas). La lluvia iba arreciando. Hans, todo optimismo, contestaba las llamadas a su móvil diciendo "No, bueno, si, llueve, pero parece que va despejando allí al fondo", mientras Elena, una camarera RuRu (rubiarumana) se partía de risa cada vez que lo escuchaba. La muy jodida.

Si regresamos a la composición de lugar que hacía más arriba, se darán cuenta Vdes. que 75 personas, una barra para servir copas y unos camareros circulantes funcionan bastante bien sobre 1000 m2. También sobre 450 (500 de arriba menos los 50 m2 de la piscina: de momento no tenemos ni camareros ni invitados con escafandra autónoma, y tocar bajo el agua tiene un desagradable efecto electrocutor), si nadie se queda en el jardín. Pero si han de meterse TODOS entre el porche (100 m2 en números redondos) y en el salón de la casa (pequeño, apenas 25 m2); si la cocina debe contener a todos los operarios que no se pueden valer del patio de atrás como desahogo; si sólo resulta operativo uno de los lavabos porque el uso del otro exige atravesar una cortina de agua torrencial de lluvia... señores, entonces tenemos la tradicional "Fiesta-saco-de-gatos".

Entre 19.30 y 21.00 estuvimos montando el escenario al fondo del porche, en el lado opuesto a la barra. MBO llega a las 20.00 como una Princesa. Preciosa. A las 21.30, justo en un momento en que no llovía, mis invitados que son muy puntuales -y el autobús que había contratado para evitar accidentes que lo fue aún más- empezaron a llegar. Estábamos en ese momento terminando de probar sonido, y justo fue para cortar el último acorde y empezar a recibir gente y regalos (me sentí un poco como en "El Padrino", cuanto Marlon Brando, con ocasión de la boda del hijo mayor, recibe los obsequios de sus diversos protegidos). Muchos y preciosos presentes, incluyendo un cuadro y una litografía preciosa y una pequeña escultura francamente hermosa. Y claro, vino, mucho vino -mucho y excelente- y en especial una botella de Viña Pomal Gran Reserva 1966 que me hizo mucha ilusión y que no sé de dónde demonios ha podido sacar Fabiola... Coco me regaló un Chorus ElectroHarmonix formidable que me hizo mucha ilusión (no me enrollo con la cuestión técnica: es un pedal de efecto para la guitarra muy vintage, muy, muy de mi estilo). La sensación que tanto MBO como yo tuvimos y tenemos es que todo el mundo se esforzó en regalarnos cosas que nos iban a gustar; todo el mundo pensó, nadie hizo regalos "de compromiso". Y es muy de agradecer, la verdad.

A las 21.45 la lluvia arreció y TODO el mundo hubo de meterse al porche y a la casa. El chef, un argentino de Mendoza que merecería una descripción personalizada (vaya figura, oigan) concluyó que empezaba a producir en grandes cantidades y a sacar platos.

En ese momento se fue la luz.

75 personas en el referido porche, la cocina a todo gas (mentira: a toda electricidad, pues es ELÉCTRICA y el horno que trajeron lo era igualmente) y una banda a punto de empezar un concierto -eléctrico, por supuesto- SIN ELECTRICIDAD. Glorioso. Pasa, además, que Don Hans Senior hizo sustituir el sistema eléctrico hace unas fechas y, en un momento determinado, me dí cuenta de que NO SABÍA DÓNDE ESTABAN LOS PLOMOS.

Momentos de mucho miedo, que decía Goma Espuma.

Afortunadamente, el sentido común de Hans le hizo localizar rápidamente el cuadro eléctrico y la causa del salto y reiniciar, no sin que antes nuestros invitados cantasen a fuertes voces lo de Cumpleaños Feliz. Un par de cortes eléctricos más -muy breves y rápidamente resueltos- y ya no hubo más problema. Al menos desde fuera: sé que Jorge, el citado cocinero argentino, estuvo a punto de cortarse las venas con un cuchillo de esos japonenes con e que estaba haciendo juliana de verduras. He sabido más tarde que alguna de las cositas que deberían haber sido servidas no pudieron serlo por esos cortes. En fin.

22.30. Empieza el concierto. Subimos. Enchufo la Strato a mi Hughes & Kettner que -esta vez- no fallará.

02.30. Dejo de tocar. Muerto. Estoy muerto. Después de hora y media acompañando a los Green Apples, Michel y yo hemos hecho algunos temas nuestros, así como La Chica de Ayer y Ojos de Perdida y luego han seguido los Green (y yo con ellos), y seguirán hasta las 03.00 o 03.15. Sube Carmen París y canta algo, sube Coco y acompaña algunos temas. Michel está enganchado al micro como si le fuese en ello la vida. Pero a las 02.30 me pregunto yo... ¿cómo han podido pasar cuatro horas? Entre tanto han servido una cena (en algún momento me he comido un rissotto de boletus bastante bueno, por ejemplo, una brocheta de pollo teriyaki, una de esas cucharitas de cerámica con jamón y chèvre, unas croquetas recien hechas de bacalao ahumado, muy sabrosas...), ha DESAPARECIDO la cerveza en un tiempo récord (ni idea de dónde han salido, hacia las 00.00, un montón de cajas del maltolupuloso producto; luego me enteraré de la odisea del encargado que volvió a Zaragotham a buscarla, reventó el coche por la carretera y hubo de sacar de la cama a un colaborador para que fuese a buscarle -con mucha cerveza-) y no he podido probar una tarta de chocolate que me habían hecho ex-profeso: no ha llegado al escenario, donde parece que me hayan clavado.

He visto a la gente enfrente mio bailar y bailar y bailar (señaladamente a MBO, a Ana y a algunas de nuestras fans de toda la vida), y hoy he sabido que, de hecho, cuando dejó de llover, la gente también bailaba fuera del porche.

A las 02.30 la gente está bebiendo pelotazos con contundencia, pero efectivamente sólo caerá menos del 50% de los alcoholes "gordos"; nadie habrá tomado Bailey's (tome V. nota, MissDamaDelicata: prejuicios tontos tienen como consecuencia que dos botellas de ese producto infame seguirá per secula seculorum en los anaqueles del chalet de mis padres); la cerveza ha volado (primera y casi segunda entrega entera) y un par de cajas de vino tinto y el blanco, también. No veo a nadie borracho, sin embargo.

Nadie ha caido a la piscina. Nadie ha maltratado animales (racionales o irracionales). No se han visto chicas -o chicos- llorando de desamor. No hay vomitonas por las esquinas.

Ayer domingo me acerque a ver los desperfectos, y son perfectamente mínimos, ilimitada suciedad aparte (mi Augusta Madre no tuvo mejor idea que poner en su momento un suelo blanco níveo en el chalet, tan estético como dudosamente práctico. Y anteayer, mucho más. Odio ese terrazo gris asqueroso, pero supongo que es mucho más sufridito).

Y yo tengo, a priori, la sensación de que hay cuatro horas que se me han perdido, entre las diez y media y las dos y media de la noche del sábado al domingo. Y luego me doy cuenta de que no. De que, a lo mejor, mi autorregalo de cumpleaños -y el regalo de MBO para mí- fue hacer una fiesta para tocar durante cuatro horas para mis amigos, y darme cuenta de que sigo siendo capaz de hacerlo con solvencia. A pesar -o gracias a- los cuarenta.

The Kid is Allright ;-D
P.S.: No tengo fotos, pero supongo que las tendré, antes o después y espero poder colgarlas (en su caso con flores sobre la cara, Would ;-D). Algún flash vi entre brumas de rock'n roll.

23 junio, 2006

Ready, steady, go!

Pues bueno, pues muy bien. Llega el fin de semana de San Juan. De hecho ESTA es la Noche de San Juan. Como me decía esta tarde mi amigo Alex, que es quien desde hace unos 20 años me corta el pelo, ésta es una noche mágica. Mágica y más en concreto -al menos en la edición 2006- húmeda: el cielo está viendo a ver si cae o no sobre nuestras cabezas [(c) Goscinny-Uderzo]. Personal y egoistamente, entiendo que convendría que así fuese, dado que mañana MBO y yo celebramos en el chalet de mis padres nuestra 40's birthday party, y convendrá que la cosa esté despejada: una cosa es que la gente borracha se caiga a la piscina y se moje; otra muy diferente es que llegue, se cale con la lluvia y se emborrache para amortiguar el impacto del remojón y o la destrucción del peinado-de-peluquería.

He seleccionado un tinto adecuado (un Rioja, Campillo Reserva 2001) en cantidad suficiente. Creo. El albariño me inquieta, tal vez sea insuficiente. A lo mejor mañana me hago con un par de cajas de Verdejo de Rueda, que entra bien fresquito. Cerveza, c.s.p., que dicen los químicos farmacéuticos. O no. No sé. Creo que me haré con un retén adicional. Johnnie Walker Black Label y Bombay: doce y doce botellas. Más que suficiente. Si nos bebemos todo eso habrá algún coma etílico. Hay limones para los yintónix (no tenemos edad de beber chapuzas). Como viene una rusa hay Stolichnaya (tópico y lugar común); como hay niñas (+18, no se me inquieten), hay Bailey's (item más). No más: he evitado basuras complementarias, manzanitas o melocotones pútridoalcojólicos impropios de un caballero. Dudo, sin embargo, acerca de si encargar algo de un ron adecuado, Havana Club, Brugal... No bebo de eso y no sé.

La gente del catering me ha confirmado que estará en tiempo y forma. El autobús esperará a nuestros invitados quince minutos de reloj en el centro de Zaragotham. He estado ensayando temas con mi amigo Iñaki durante la tarde, y el show estará operativo hacia las 19.30. Y para rematar la tarde, me he cortado el pelo. Mañana trabajaré con Michel -que como buen amigo está igual de nervioso o más que el anfitrión- y repasaremos sonidos, texturas, viejos temas y nueva ola. Es gracioso, esta mañana trataba de explicarle a un chavalín porqué desde 1978 hasta 1990 se publican algunos de los mejores discos de la Historia, y quién es Elvis Costello, o Tom Petty, o por qué Atlantic City es un supertemazo, o por qué Blitzkrieg Bop no es sólo una canción para saltar.

Hay setenta y tantas personas esperando el pistoletazo de salida. Y el cielo está viendo a ver si rima exactamente con la primera de las Grandes Fiestas que hice en el chalet, allá en 1985, y que han creado la tradición de que "Es que las Fiestas de Hans... son las Fiestas de Hans". En aquella Fiesta, que organizamos mi amigo D. y yo, se cayó el cielo, con un camino de acceso no asfaltado que convirtió mi 2cv6ct de la época en un vehículo anfibio. Y la gente a la Piscina. Y al día siguiente la gente durmiendo por ahí: una tumbona instalada en el techo de un r5. Y mucha ropa interior abandonada por debajo de las hamacas del jardín. No merece la pena ahora hablar de todas las demás, aunque, en 1990, hice la más importante de todas. Aquella en que conseguí convencer a MBO de que, en realidad, para qué seguir por la vida cada uno por nuestro lado, si era evidente que no debía ser así. Es decir, convencerla de lo que yo sabía desde una mañana de Diciembre de 1989 en que MBO cruzó por delante de mi coche en la Calle María de Molina de Madrid. Conseguí convencerla de eso mientras administrábamos una crisis internacional porque mi amigo el héroe había dejado de lado a la chica californiana en beneficio de una rusa blanca (el muro no había caido), mientras los tres irlandeses amigos de no sé quién se bebían ellos solos el cajón de Guinness que se habían traido (amanecieron los tres apoyados cada uno en el hombro del otro, contra la pared) y mientras Yolanda, la novia de mi bajista, una de las chicas más guapas que podríais imaginar, con el pelo al cero, se bebía una botella de tequila mientras M., la novia anterior de dicho bajista, lloraba las ausencias. K., el objeto de tanto deseo, bailaba con The Ramones.

En cada una de mis Fiestas he pasado la noche anterior dando vueltas a problemas de organización. Hoy tengo menos de esos. Creo que tengo los flancos débiles controlados, en buena medida. Sin embargo, jamás sabes si una Fiesta ha sido redonda hasta que se acaba. Tal vez el domingo pueda deciros algo. Realmente mi duda más profunda, ahora, es si tocar mañana con la Stratocaster o con la Rickenbacker.
Guten Nacht.

20 junio, 2006

Por Amor al Comercio (y al bebercio)

En otro tiempo la celebración de la Junta General que tuve el viernes pasado llevaba aparejada la ingesta de cantidades dudosamente recomendables de etílicos diversos, para celebrar las excelentes cuentas anuales and so on.

Este año, gracias a Dios y a la prudencia que le da a uno ir teniendo una edad -y tener que volver a Zaragotham en coche desde el lugar de celebración-, condujo a sólo algo de tinto con la comida y un gin tonic en el Rock and Blues, un garito zaragothamano de mucho merecimiento al que deberíais acudir cuando vengáis por la Siempre Inmortal Ciudad. Si eso ya os llevo yo.

El findesemana ha transcurrido en la bella villa de Castro Urdiales, donde se come y se bebe más o menos igual de bien que en la Guggenheimiana Ciudad que está a veintipocos kilómetros al este de ahí. Mis cuñados bautizaban al neonato Pablito, en una ceremonia bastante hermosa -desde el punto de vista de un católico- que concluyó con una breve procesión del Corpus alrededor de la preciosa Iglesia del pueblo, que lo corona y se ve rodeada por tres de sus cuatro lindes por el Mar. Por cierto que mis cuñaos organizaron el bautizo antes de que naciese el niño, un alarde de organización francamente infrecuente.

Como actor gracioso en el espectáculo, el Sacristán, que dirigió manu militari la organización del evento -se bautizaban unos diez niños- y que expulsó con cajas destempladas, casi como Cristo a los Mercaderes del Templo, a una guiri -de manual, del modelo semisenecto: no menos de sesenta, pelo corto pajizo y desaliñado, bermuda florida, camiseta de tirantes de imposibles tonos fucsias-rosas-naranjas, las tetas -perdón- por el ombligo, roja cangrejo y haciendo fotos de las vidrieras desde el pasillo de la Nave Central la desfachatez característica de quien no respeta nada. El Sacristán no le pegó una hostia -curiosa coincidencia- por milagro. No puedo asegurar que dicho Sacristán, de acuerdo con la tradición, no se pimplase el Vino de Consagrar: lo cierto es que dejó encerrados a dos paisanos una vez concluida la ceremonia.


Me ha gustado este fin de semana alojarme en un chalet precioso a la orilla de la playa, y caminar bajo esa brumilla tan cantábrica con MBO y los pequeños delincuentes, y escuchar a UPMM formular -joder con la química- y repasar la tabla periódica con su tío el boticario, y tomarme la -quizás- mejor merluza que he tomado en mi vida, y beber gin tónics en una terraza con 1/6 de la Ginebra estándar porque yo lo valgo, y comerme unas almejas exquisitas. Todo, como véis, de lo más espiritual.

Y ¿qué ha leido Hans? Veamos. Andrea CAMILLERI es mi autor de referencia este fin de semana: dos novelas que compré el jueves, y que han caido entre el viernes y el domingo, La Ópera de Vigàta (desopilante, de partirse en dos) y La Temporada de Caza (buenísima también). En la Sicilia midisecular (del XIX), sociología contundente de las costumbres de la tierra (nada que ver con el resto de Italia), ambientación excelsa en ambos casos. Mejor la primera por lo alucinante del relato. Fantásticas las dos porque ¿para qué quiere uno realismo mágico-pestiñoso hispanoamericano si basta con las historias reales sucedidas bien cerca de nuestras costas? Máxime si se cuentan con auténtica gracia no exenta de retranca. Me gustó mucho el material Montalbano, pero esto -dos libros breves, de bolsillo, apenas siete euros cada uno- debe tenerse muy en cuenta.

Sigo de italianos. Ayer MBO me regaló una novela del para mí desconocido Carlo LUCARELLI: El Comisario Di Luca. Se trata de una recopilación de tres relatos que tienen como protagonista a dicho Comisario y que describen hechos más o menos concatenados temporalmente: el primero de ellos acontece en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial cuando los partisanos comunistas están ya haciendo de las suyas por Italia; el Comisario, policía profesional que se ha visto obligado a pasar una temporada en una brigada política, pero que está exento de actuaciones ilegales-torturadoras-asesinas por cuentas de los fascistas, hace su última actuación investigadora dando solución a un crimen con tufillo extraño pero finalmente de lo más pedestre; cosa matizadamente parecida sucede en el segundo relato, que refiere a hechos que tendrán lugar cuando Di Luca está tratando de huir de la represión de los presuntos colaboracionistas a cargo de los comunistas. No puedo dar, obviamente, más detalles, pero he de decir que me está resultando, dentro del punto gris y ciertamente lóbrego -el color de estos relatos no deja de ser algo neorrelista, un poco Roma, città apperta- interesantísimo. Veo que no sólo en España hay imbéciles que mutatis mutandis siguen tratando de buscar tres pies al gato y volver a pasar facturas -cuyos giros están evidentemente vencidos- por las animaladas que falangistas y comunistas despacharon entre 1936-1939. El brillante tono irónico con que el autor se refiere a los heróicos partisanos comunistas que resuelven expeditivamente diversas cuestiones me ha gustado mucho.

Y me ha gustado mucho también la descripción del miedo del Policía, de sus arcadas, no específicamente causado o causadas por la persecución de los vengadores -o no sólo-. Di Luca pasa miedo cuando y como lo pasarías tú o lo pasaría yo y sospecho -desde la experiencia- que el autor está siendo absolutamente autobiográfico. Por el lado de la ternura, hay un retrato apenas esbozado de la virulenta belleza de una joven que ha cometido el error de yacer con un alemán, con los resultados capilares que son de prever.

En fin: navego por esta complicada Semana, con la vista puesta en el sábado :-D. Guten Morgen.

P.S.: Creo que ayer hubo algo de lo del pelotón y tal, en que jugaba España. Lo noté por la INMENSA afluencia de hijos de puta con tamtams, bongós y otros instrumentos de percusión a la Plaza al lado de la que vivo y a la que da mi dormitorio donde ayer, a las 23.30m, trataba yo de dormir. Infructuosamente, desde luego. A ver cuándo acaba la puta mierda esa, joder.

15 junio, 2006

HEMOS CUMPLIDO UN AÑO.

Pues eso: que Noticias desde Vladivostok ha cumplido un año (de hecho, lo hizo el pasado día 12), cosa ésta de la que no me hubiese dado cuenta si no fuese por que Diguox ha contado que ItWalks ha cumplido dos.

En mi condición de cybertorpe diré que he tratado de contar las entradas que llevo escritas, pero había que hacerlo a mano y he pasado; ya no os digo contar los comentarios que sería otro tinglao. (Estoy seguro que hay un modo automático de contar todo eso, pero me da pereza alparcear en Blogger, no sea que toque lo que no debo y me cargue algo.) Pero vamos, bastantes -entradas- y muchos y muy apreciados -comentarios-.

Así que todo formidable: la entrada más breve de todo este blog con la única finalidad de que me dejéis mensajitos felicitándome por tanta constancia inconstante (hasta yo estoy sorprendido).

14 junio, 2006

Islas Canarias, Islas Canarias...

Joder... entra uno aquí y casi se encuentra telarañas. Qué falta de cumplimiento del programa de actuación blogger. Qué vergüenza, Hans, qué vergüenza.

Bueno, vamos a ver. Aparte de zozobras anímicas que no vienen al caso como vengo diciendo, esta larga ausencia (desde hace más de una semana, cuatro de junio, señor...), el pasado jueves éste su anfitrión y la joven & bella MBO se fueron a Tenerife dado que yo tenía un Cónclave de, digamos, la Asociación de Kapellmeisteren de las Corporaciones Provinciales de Asentadores de Plantas de Jardín. Vamos: como si fuésemos médicos, talmente: cuatro sesiones científicas entre jueves y sábado. Olé.

Y allí que nos fuimos, vía BCN, dado que volar desde Barajas a Los Rodeos es un poco pestiño dadas las horas temerarias a las que sale el vión (sic) y lo pésimo de la Nacional Palito Palito dirección MAD desde Zaragotham. Bajo la sabia y puntual dirección de MBO nos despertamos a la hora adecuada, cogimos el coche en tiempo y forma y llegamos con dos horas de tiempo al Prat, que es un aeropuerto muy bueno de gestionar, por cierto. Cuando a las 09.00 pedí una cerveza para acompañar un bocadillito de jamón y MBO me miró raro, comprendí que estaba definitivamente deshorado. Eso de levantarse tan temprano...

El vuelo me sirvió para darme cuenta la condición de destino turístico-insérsico privilegiado de Tenerife, y para poder tomar nota, también, de que hay ancianas que no callan ni debajo del agua. Dios mío, que locuacidad sin límites la de las tres señoras que se sentaron tras de nosotros: tres horas de cháchara sin descanso. Por cierto que dada la naturaleza del pasaje, el Airbus A320 evidenció una severa carencia de lavabos para tanta próstata agilizada (sólo dos a popa. Lavabos, no próstatas; de esas había muchas más).

Llegado que hubimos, constatamos que la organización del evento era como muy canaria. El Kapellmeister tinerfeño no tenía todavía (a dos horas del inicio del Cónclave) programa impreso, aunque me confirmó que sí había ponentes (sintetizaré: dos muy buenos y dos prescindibles, y no os contaré las materias por no aburrir, que esta función mía de Kapellmeister no tiene nada de carisma, me temo); aparte de eso, cometió el error tre-me-bun-do de no buscar un alojamiento adecuado desde el punto de vista de los acompañantes: sospecho que se trataba del único hotel de Canarias carente de una buena piscina con que solazarse mientras los sufridos (jurljurl) congresistas eramos ilustrados acerca de nuevas técnicas profesionales.

Cierto es que Santa Cruz no es gran cosa como ciudad; baste decir que Hans, urbanita paradigmático, disfrutó mucho más con la vista de la naturaleza -vid infra- que con los paseos ciudadanos en sí. Si que es cierto que se entreveran inadmisibles ejemplos de construcción desarrollista con edificios con un si es no es colonial, y que hay alguna construcción merecible, pero por el mismo tono de la frase constataréis que estoy haciendo algún esfuerzo por encontrar flancos visualmente agradables.

Me encantó, eso sí, el Auditorio, obra de Calatrava, que ha concitado los odios de parte de la población canaria dado su coste desmesurado. El edificio es imponente y la acústica sensacional: disfrutamos -menos MBO que yo, dada su antiwagnerianidad- de la Sinfonía en Do y de tres fragmentos de Tristán e Isolda y del Ocaso de los Dioses (Isoldes Liebestod, Brunhildes Selbstopferung y la Marcha Funeral de Sigfrido) a cargo de la Sinfónica de Tenerife y de la soprano Nadine Secunde. Simplifiquemos: yo no soy un connaisseur fino de la materia y tal vez soy fácil de contentar, pero creo que Orquesta y Soprano lo hicieron francamente bien.

No salimos gran cosa de noche: me fuí con un trancazo importante y volvimos con dos: el mío y el de MBO. Punto a favor: se bebió muy poco. Nos llevaron a un chiringo, llamado Mulan, bastante prestacional, en el que sinencambio me perpetraron un yintóxic de Nordic Mist AZUL -puagh- con Bombay Sapphire -doble puagh- que parecía, talmente, un pelotazo de Cristasol. Y sabía casi igual.. Por lo demás nos llevaron también a un garito de músicas salsero-bachatero-reguetónicas que casi me produce una arcada. Debimos durar quince minutos en el local, y huimos no sin antes verificar el durísimo hecho de que hay gente que se sabe las letras de las canciones esas...

En cuanto a la cosa de comer... pues hombre, en mejores plazas hemos toreado. Probé el muy prescindible gofio (que ya puedo definir, simplemente, como el efecto de tostar unas palomitas de maiz previamente pasadas por una Thermomix y empotrarlo en toda mesa para adicionar a casi cualquier plato; Dios mío, qué cosas llegan a hacer y qué mal aspecto le da a todo) y algunos platillos de la comida canaria que no pasarán a formar parte de mi memoria gastronómica. En cuanto a los vinos de Tacoronte Acentejo, probamos uno tinto, El Lomo Barrica que a pesar de su nombre indigno no estaba mal, y un par de blancos más destacables para tomar fresquitos y tal: Viña Norte era uno de ellos (no tengo la nota del otro) .

Como decía más arriba, tuvimos ocasión de hacer una visita al Teide muy cumplidita, acompañados por la que en términos absolutos es la mejor guía que he disfrutado en mi vida: una persona de una cultura cósmica que abarcaba TODO: economía, historia, política, ciencias, plantas, animales, geología... y todo ello con una dulcísima voz canaria perfectamente impostada. Si tuviese que elegir un motivo para ir a Tenerife, queridos amigos, sería ese: el Teide. Eso de subir a tres mil quinientos metros tiene su aquel (en breve excursión me desfondé antes de lo que sería sensato incluso para mí). Muy bonito lo del mar de nubes, muy hermosa la vegetación autóctona a lo largo de toda la subida, encantadora la idea de que los observatorios los estén pagando desde ahí fuera y disfrutemos de un 20% de horas de observación por la patilla... No, sin bromas, merece la pena. Mucho.

Para concluir, que sepáis que ya hay un nuevo libro de Donna Leon, Veneno de Cristal, que ha amenizado los interludios del viajecito en cuestión. No es opinión unánime de la doctrina (traducción: a MBO no le ha gustado nada), pero a mí me ha parecido muy bueno. He mezclado su lectura con la de Crónicas desde Berlín, un libro de recopilación de artículos periodísticos escritos entre 1930 y 1936 por Eugenio Xammar, un reportero del que Josep Plá dijo que era la persona más inteligente que había conocido. Recomendabilísimo, sobre todo por relativizar tantas inocencias pretendidas.

Guten Morgen!

04 junio, 2006

Sáaaaaaaaaabado a la noche...

Dilectos lectores, esta mañana, si bien ligeramente perjudicado, estoy muy contento. Ayer noche tuvimos fiestuki de cumpleaños (40 años, como viene siendo usual) de nuestra amiga Ana, a quien su Santo preparó una fiesta sorpresa en un restaurante a las afueras de Zaragotham. En efecto, la celebrante y Su Santo salieron de casa, recogieron a un par de amigos, cogieron el coche y cuando Ana se quiso dar cuenta estaba entrando en una sala lleeeena de gente que le cantaba eso de japiberdei, afortunadamente rematado por el Birthday de los Beatles tocado con potencia y decisión por nuestros amigos los Green Apples. Lagrimita, esnif.

El colectivo humano presente era peculiar, reunido sobre todo en torno a las viejas amigas de la homenajeada. Pensándolo ahora con mi 32% (vid infra), creo que apenas hablé con tres personas aparte la celebrante, su Santo, MBO, Michel y su mujer. Y eso que en perspectiva creo que había más gente que conocía de la que percibí a primera vista. Y es que las chicas cambian mucho entre los veinte y los cuarenta (salvo MBO, que es un pimpollo reventón y sigue estando igualita).

El lugar de perpetración del festejo es uno de esos sitios de tomar costillas a la brasa. Cuando entramos por la puerta, justo antes de que llegase Ana, y de disponernos de modo que no se nos viese desde fuera, nos recibió un porche cerrado acristalado (ayer el viento en Zaragotham podía hacer volar un elefante de tamaño medio) con muchas mesitas llenas de lo que podríamos definir como una merienda de cumpleaños de los 14, ligeramente aggiornada; no había bonys ni bucaneros, pero en su lugar había unos espárragos muy ricos. Quiere sonarme que había cacahuetes y también ganchitos, pero no podría jurarlo. Unas croquetas (perdón, cocletas) muy ricas. También empanadillas. Vamos, que me teleretrotransporté en el tiempo a las fiestas del Club del Colegio de 1980, casi. MBO, que lleva algunas semanas "a plan" (gran expresión muy andaluza: "estar a plan") como consecuencia de la operación belleza y salud 2006 (de modo completamente innecesario, pero no hay nada que hacer cuando a esta chica se le mete algo en la cabezota. Parece más aragonesa que andaluza, qué terquedad) implementó una modalidad original de dieta: espárragos y alcojol (sic). Esta mañana me señalaba que ayer había perdido otro kilo. Curioso.

Como ya he indicado, la fiesta fue amenizada por los Green Apples, de manera que -obviamente- Michel y yo acabamos subiendo a ejecutar unos bailables. Como siempre que me quitan el micro de delante, a fuer de inmodesto diré que mis guitarreos fueron muy satisfactorios para los demás y para mí. Debería pensar en ello y dejar de una vez de preocuparme tanto por las voces (las mías). De donde no hay no se puede sacar... Qué buenas versiones de You really got me, Light my fire y Satisfaction, btw.

Fue curioso porque el concierto fue casi como si hubiese sido para nosotros cuatro: MBO, Michel, su Santa y yo. La gente interactuó más bien poco. Nosotros nos lo pasamos (perdón, Digüox: nos lo pasemos) de miedo. Encima, como resulta que el marido de la celebrante es Degé de una compañía de autobuses no tuvimos que tomarnos la molestia de ser brutalmente sancionados por conducción etílica: a la hora que nos convino, un autobús megamoderno nos teletransportó a casa sanos y salvos. Qué bien, eso. Ahí dejamos al resto de la concurrencia mucho más feliz con música de lata (incluyendo Tarde de Fiesta de Karina, por cierto, urghs) que con la música en directo de altísima calidad que recién se nos había administrado. No entiendo a la gente.

Bajas de la noche: tengo la palma de la mano derecha como un pimiento morrón: el manejo excesivamente entusiasta de la pandereta en Drive my car hizo que me autolesionase. ¿Habéis visto alguna vez un moratón en una palma de mano? ¿Seré cafre? (duele, juro que duele). Y aparte de eso, mi cabeza funciona al 32% de su rendimiento estándar. Debe ser algo que tomé...